Lucha Libre

Miriam Alarcón Ávila, Inmigrantes Luchadores. Foto por Tar Macías / JEFAS Magazine

Por Chuy Renteria, JEFAS Magazine

Descubre cómo la lucha libre en Iowa ayudó a inmigrantes a contar su historia y preservar su identidad en tiempos de incertidumbre.

Miriam Alarcón Ávila y su proyecto sobre inmigrantes en Iowa

La artista, fotógrafa y multifacética profesional Miriam Alarcón Ávila tiene una larga y variada trayectoria de proyectos a su nombre, desde la creación de obras multimedia hasta el tallado de calabazas extravagantes para Halloween. Al hablar sobre la inspiración detrás de su proyecto Luchadores: Immigrants in Iowa, hay un fuerte arraigo en su identidad. Alarcón Ávila utiliza su arte para explorar esa identidad y documentar la historia de los inmigrantes en Iowa.

Lucha Libre en Iowa y la identidad de los inmigrantes

Luchadores es un proyecto fotodocumental en el que Alarcón Ávila entrevistó a inmigrantes latinos en Iowa. El proceso de entrevista incluía preguntas individuales, una sesión de fotos y un componente escrito. Todos ellos son presentados como luchadores, una forma creativa y distintiva de proteger su identidad al tiempo que los muestra como héroes reconocibles.

“Un día iba conduciendo de regreso a casa y me puse a pensar en mi superhéroe de la infancia: Santo, el Enmascarado de Plata. Él es un luchador de la Lucha Libre mexicana… y reflexionaba sobre el doble significado de la palabra lucha, que se refiere tanto al combate en el ring como a la lucha personal para superar un desafío”, explica Alarcón Ávila.

Protección y visibilidad: el reto de documentar la historia

El problema era el siguiente: pedir a sus entrevistados que se sentaran a ser fotografiados y documentados implicaba el riesgo de exponerlos al peligro, especialmente a aquellos que eran indocumentados.

“Cuando puse la cámara frente a ellos, me dijeron: ‘La gente me va a ver, me van a reconocer. No quiero eso’”.

Probó distintas formas de capturar las experiencias de sus sujetos mientras protegía su anonimato, desde fotografiar solo sus manos hasta intentar documentarlos en silueta.

“No quería oscurecer sus rostros ni esconderlos como suele hacer la prensa. La gente está acostumbrada a ver eso, y yo no quería replicarlo porque muchas de sus historias ya están en las sombras. No quería que sintieran que esto era otra versión de lo mismo”.

Las máscaras de lucha libre como símbolo de resistencia

Esa reflexión resuena en mí. Como mexicoamericano en Iowa, conozco bien este fenómeno. Cuando en las noticias enmascaran el rostro de una persona y distorsionan su voz, hay algo inquietante en ello; una sensación de otredad. El hecho de que sea el mismo tratamiento usado para ocultar la identidad de criminales fugitivos es significativo.

La solución fueron las máscaras de lucha libre, esos vibrantes y artesanales accesorios profundamente arraigados en la cultura mexicana. Los estridentes luchadores como Santo, el Enmascarado de Plata, ya habían encontrado la manera de proteger su identidad sin perder su esencia.

“También me permitió transformarlos en superhéroes locales. En lugar de ocultar sus rostros, les di luz y color. Cada luchador creó una persona con la que se sintió cómodo compartiendo su historia, pero al mismo tiempo, lo protegía”, explica Alarcón Ávila.

El impacto de la lucha libre en la comunidad inmigrante de Iowa

Es importante recalcar las medidas que tomó para garantizar la seguridad de quienes participaron en el proyecto. Cada luchador tenía un nombre y un motivo visual único. Se tuvo extremo cuidado en mantener el nombre real de cada persona completamente separado de su identidad como luchador. Desde los correos electrónicos hasta los mensajes de texto, Alarcón Ávila trabajó meticulosamente para evitar cualquier posible conexión.

Si su preocupación parece exagerada, basta recordar que en Iowa se estaban llevando a cabo redadas agresivas del ICE, y el gobierno estatal había promulgado una ley que prohibía las ciudades santuario, afectando lugares como Iowa City. El riesgo era real y palpable.

“Fue muchísimo estrés garantizar su seguridad, pero también la mía. Todos los involucrados en el proyecto tenían la madurez y la conciencia del tamaño del proyecto y las consecuencias que podía tener”, señala Alarcón Ávila.

El poder de la máscara: identidad y empoderamiento

No se trata solo de proteger identidades, sino también de reconocer y dar voz a la humanidad de cada persona.

“Es muy poderoso ver el empoderamiento de quienes usan la máscara; les da la autoridad y la libertad de compartir lo que quieran. Algunos realmente se metieron en el personaje que habían creado”.

Cada máscara fue diseñada y confeccionada por Alarcón Ávila a partir de la entrevista y la identidad que cada persona deseaba proyectar. Cada una es única y está hecha a la medida, tanto en sentido literal como figurado.

Las máscaras son solo un ejemplo del cuidado y la dedicación que impregnaron todo este proyecto. Alarcón Ávila estaba comprometida en ayudarles a amplificar sus historias. Las máscaras no solo los protegieron, sino que les dieron la valentía para contar sus relatos en un entorno marcado por la hostilidad hacia los inmigrantes.

“La historia es sobre ellos. Yo soy la artista porque, sí, se me ocurrió la idea y soy quien reunió todo el trabajo, pero es un esfuerzo entre mi cámara, yo y los luchadores.

Ellos son tan importantes como yo. Por eso, cada vez que me invitan a dar una presentación, siempre quiero llevar a los luchadores conmigo, porque las historias que compartimos son suyas, y para mí es esencial que sientan que forman parte de esto”.

Te puede interesar: Las historias más recientes sobre las JEFAS