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Preservar y compartir tradiciones mexicanas a través del baile

by | Ago 9, 2025 | Historias más recientes sobre las JEFAS

Hilda Ramos, fundadora de Jóvenes Embajadores. Foto de Tatiana Peña, JEFAS Magazine. Ilustración de Marissa Hernandez

Hilda Ramos, fundadora de Jóvenes Embajadores. Foto de Tatiana Peña, JEFAS Magazine. Ilustración de Marissa Hernandez

Por Christina Fernández-Morrow

Jóvenes Embajadores estuvo a punto de no existir. Lo que comenzó como una presentación única se transformó en un grupo de danza folclórica mexicana reconocido, que ha deleitado al público de Iowa desde 2001. Todo empezó cuando una maestra hispanohablante se acercó a Hilda Ramos, apenas unas semanas después de su llegada de Jalisco, México a Osceola, Iowa, con una petición inesperada: “¿Conoces algún baile tradicional mexicano?” Mientras Ramos enseñaba el Jarabe Tapatío a un grupo compuesto en su mayoría por niños no latinos, la experiencia reavivó sus propios recuerdos como bailarina folclórica y encendió la chispa que la impulsó a compartir su pasión en el corazón del país.

Preservando el folclore mexicano en Iowa

Con un grupo ya establecido y en crecimiento en Osceola, Ramos decidió continuar enseñando cuando su familia se mudó a Des Moines en 2006. Allí se unió a otro grupo, Los Niños de Tepeyac, y colaboró con su fundadora, Beatriz Gallo-Ray. Poco después, sus visiones tomaron rumbos distintos y Ramos optó por seguir adelante por su cuenta, impulsada por un objetivo personal muy claro: asegurarse de que sus cuatro hijos pequeños pudieran aprender los bailes que tanto amaba y compartir su cultura con los demás. “Cuando decidimos vivir en este país, no quise que mis hijos olvidaran de dónde vienen. Quería que mi familia conservara su cultura, sus raíces.” Esto la llevó a ampliar su enseñanza para incluir danzas de otros estados de México. Hoy en día, el grupo interpreta bailes de Chiapas, Veracruz, Colima, Michoacán, Nayarit, Sinaloa, Zacatecas y tres estilos distintos de Oaxaca.

Retos y apoyo de la comunidad

A medida que el repertorio del grupo crecía, también lo hacían los desafíos. “Lo más difícil es conseguir fondos para tener los trajes necesarios y asegurarse de que estén en buen estado”, explica Ramos. Comprar y mantener más de 100 faldas, camisas, sombreros, listones y tocados requiere atención constante y una inversión considerable. Ramos importa todas las prendas desde México para garantizar su autenticidad, lo que también representa un gasto importante. Intenta no trasladar ese costo a sus estudiantes ni a sus familias.

Para ayudar a cubrir los gastos, Ramos recurre a sus propios recursos, utilizando a menudo ingresos del negocio de limpieza que fundó al llegar a Des Moines. Aunque no se trata de una organización sin fines de lucro ni de una empresa formal, Ramos depende de donaciones y del apoyo de los padres, no solo para los trajes, sino también para otras necesidades como el alquiler de camionetas que les permitan trasladar el equipo a presentaciones en todo el estado. “Los padres son fundamentales. Ayudan a reparar, lavar y transportar muchos de los vestuarios”, afirma, destacando el esfuerzo colectivo que mantiene vivo al grupo.

Hilda Ramos, fundadora de Jóvenes Embajadores. Foto de Tatiana Peña, JEFAS Magazine.

Compartir su alegría

A pesar del estrés, Ramos encuentra una gran satisfacción en la coreografía. Cuando ve que los rostros del público se iluminan al escuchar melodías y movimientos familiares de su tierra, siente que cada esfuerzo ha valido la pena. “Es algo que me llena. Me encanta hacerlo y me hace sonreír”, dice con entusiasmo. “Es estresante, pero al final del día, me da alegría.” Lo que más la motiva es ver cómo se fortalecen los lazos entre los bailarines, quienes comienzan desde los cuatro años. Muchos se unen tras ver una presentación y no solo aprenden pasos complejos, sino que también se convierten en mentores para los nuevos integrantes. Esa camaradería inspira a Ramos y le recuerda que no solo enseña danza, sino que forma embajadores que sienten orgullo por compartir el patrimonio mexicano.

“A veces pienso que debería dejarlo. Mi cuerpo ya no se mueve como antes, pero creo que lo seguiré haciendo hasta que ya no pueda moverme”, dice entre risas. Su compromiso es más fuerte que sus dudas. Con presentaciones en ciudades como Webster City, Lennox, Waterloo y en toda la región central de Iowa, además de participaciones frecuentes en eventos como el Festival Anual de la Herencia Latina de Iowa, Ramos no muestra señales de detenerse. A través de Jóvenes Embajadores, está preservando el folclore mexicano y entrelazándolo con la vida cultural de las comunidades de Iowa. Es mucho más que un proyecto de pasión: es parte de la historia latina que une idioma y cultura mediante el canto, el baile y las tradiciones.